10 de octubre de 2024

 

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira

Buscando el bien de

nuestros semejantes, encontramos

el nuestro.

Platón.-

Desde hace un largo tiempo, venimos padeciendo de muchos hechos, en apariencia inconexos, pero, que todos, si tienen algo en común, y es, lo inusual en el proceder frente a leyes vigentes, pero que ya nadie se asombra, la inobservanciade ciertos principios elementales que incluyen la moral, lo ético, lo profesional y la impunidad para cometerlos una y otra vez, sin consecuencia alguna, ya es algo normal, sin dejar de incluir, claro está, el olvido.

Principalmente en los últimos gobiernos, se observó la manera del cómo se hacía uso del asfalto para pavimentar o intervenir calles, avenidas y autopistas, una y otra vez, como si la garantía del trabajo realizado nunca hubiese existido y más, los inspectores o funcionarios, que lo daban por bien recibido.

Pero la acción era tan clara, tan descarada y abusiva, que asombra el hecho de que nada pasaba ni ha pasado con relación a estas maniobras a todas luces fraudulentas, llegando al extremo, de que, hasta carreteras que no van a ninguna parte -perdón- que, si llegaban, pero no para uso del pueblo sino, para la propiedad privada de algún político, jefe de sindicato o próspero empresario, y ahí están.

Cuestionamos en varias oportunidades, del porqué se utilizaba el asfalto de una manera tan burda, donde en muchos lugares, parecía como si lo hicieran tirándolo con las manos sin importar como quedase, una barbaridad. Pero, algo peor aún, y es, que no sabemos si se continuará con el mismo procedimiento. A lo que nos referimos, específicamente, es a lo referente a la señalización de las zonas intervenidas, lo que nos lleva a preguntar; ¿por qué no lo sabemos?;¿Cuándo se decide pavimentar una calle o carretera, y más, una autopista, el costo de la pintura para señalizar, no entra? ¿O sí?

He pensado muchas veces, mientras transito conduciendo de noche, si no podría catalogarse como criminal -reitero, no es de ahora- la ausencia total de señalización de una carretera después de haber sido pavimentada, que hasta en ocasiones, he visto, varias intervenciones sin que se produzca señalización alguna. Verbigracia, la autopista Duarte.

¿Acaso no se ha pensado en eso? Lo que ocurre en nuestras calles, para mí, es simplemente criminal, y, si a eso le sumamos la falta de cultura e indolencia de una gran mayoría de quienes conducen con las luces altas, tanto en avenidas como autopistas, incluyendo hasta motoristas, que les ha dado por poner unas luces led, que pocos carros las tienen, entonces, contamos con el escenario perfecto para la desgracia.

Tuve la mala suerte de transitar de noche, por la carretera Ruta 66, que une al AILA con la autopista Las Américas, recién asfaltada, teniendo que tomar el bordillo como referencia, toda una locura, pero, puedo decir, que recorrer Las Américas y continuar por la 27 de febrero, es simplemente, descubrir el mismo infierno. Las señalizaciones, parecen que son las mismas de cuando la inauguraron; el muro Jersey, más bien parece un lugar donde estrellarse para todos los que quieran suicidarse, añadiéndole a esto -otra vez-, los vehículos que vienen en vía contraria con las luces altas, lo que obligatoriamente te hace tratar de ocupar la parte derecha para no estrellarte contra el oscuro muro.

Pero así somos, todo lo dejamos a medio talle; si pavimentamos, no señalizamos, quizás porque al no utilizar la pintura… ¿es así? Ante todo, debo admitir que ahora se ve el uso del asfalto, pero, por qué diablos no señalizan los lugares donde intervienen, o será acaso que ¿eso no forma parte de la seguridad en general? ¿Por qué no concluyen los trabajos en las carreteras que intervienen, como Casabito-Constanza? Y pensar que estas señalizaciones, con excepción de los muros Jersey, simples maquinas, lo hacen tan bien, tan rápido y limpio. ¡Sí señor!

 

 

 

 

 

 

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