7 de octubre de 2024

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira

La ley debe ser como la muerte,

que no exceptúa a nadie.

Monstesquier.-

Me parece que cuando llegue el momento de cuestionar tantas cosas, iniciando por la política; cuando la careta se venga abajo; cuando seriamente se tome este asunto como debe de ser, entonces se desnudarán todas las diabluras que han hecho y están haciendo los políticos, tomando como excusa barata, que todo lo que hacen es en nombre de la Nación y por su bienestar. En ese momento, se darán cuenta muchos, del porqué de determinadas leyes y las consecuencias negativas que han generado en el pueblo. Porque esas leyes que a conveniencias son tratadas como “sagradas”, no son producto de ningún espíritu santo, sino, por muchos tribunos inspirados en ambiciones personales o con malévolos fines ocultos, comenzando por la “sagrada” señora llamada Constitución o ley de leyes.

¿Cómo reaccionará este pueblo llegado el momento? Quizás y es muy probable, de manera violenta, aunque ya será demasiado tarde, porque pasaríamos de un estado de indelicadezas putrefactas a un estado de caos y violencia cuyos efectos en este momento, son inimaginables, pero si predecibles. Y es que el discurso político ha llegado a un estado tal de fosilización, que más bien, en cada pronunciamiento pareciese que fuese una momia expeliendo por su boca bloques de inconsistencias, relacionadas con sus ya oxidadas reputaciones.

Durante las dos últimas décadas hemos escuchado todo tipo de altisonantes discursos, tanto por el tigueraje político como por duchos intelectuales, los cuales resultan inimaginables que hayan sido expresados con el único fin de engañar, enmarañar y enmascarar realidades y hechos, con el presagiado y único fin de explotar las debilidades del pueblo, a fin de, convertirse ellos y sus familias, en los grandes magnates administradores de los recursos del país, tal y como ha estado ocurriendo.

Es el mismo discurso que se ha utilizado para dar una respuesta tras otra a todo aquel que ha osado cuestionar, con la finalidad de confundirlo o frustrar en cuanto a lo preguntado o cuestionado y, todo esto, siempre plagado de mentiras o negativas bajo un rostro austero o impávido, por no decir lleno de desvergüenza. Pero, la desgracia no termina con estos fósiles, sino, que al ya haberse establecido la “heredad política”, no de derecho, sino, de hecho, la juventud ha sido seccionada entre los hijos de fulano o Zutano, como producto virtuoso de sus progenitores, y, el tigueraje barrial, el cual ya parece indetenible debido a las conexiones mafiosas que estos arrastran, como son los puntos de drogas, pero, ya a nivel de “al por mayor”.

Dicho esto, pareciese que no hay salvación posible para este país y que un manto de pesimismo nos arropa, pero, como dice el refrán aquel, “nunca es tarde si la dicha es buena”. Ya escuchamos voces agoreras hablando de estos muchachos como predestinados a suceder a sus ancestros, debido a su gran capacidad intelectual y emuladores de sus progenitores. ¿Heredad política? Pues claro, esa es la intención, todo esto, sin poner en dudas la capacitación intelectual de los engendros, ya que algunos, es precisamente lo que son y cuya “moral”, sin haber aún tenido poder, es indiscutiblemente, muy cuestionado. Imagínense si logran llegar.

Bastaría con decir, que la prodigalidad de los recursos que se han empleado en las últimas campañas electorales -incluyendo a las proles-, no dejan espacios vacíos para poder hablar de la perplejidad y lo estupefacto que siente el ciudadano de a pies ante estos derroches de recursos que, sin dejar lugar a duda alguna, no provienen de la licitud. ¡Sí señor!

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