Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
Los hombres ofenden antes
a quienes quieren que
a quienes temen.
Nicolás Macchiavello. –
Necesariamente tendríamos que iniciar cuestionándonos, qué es en realidad lo que perdura sin importar el tiempo que transcurra para la historia; Sí serán aquellas acciones “indelicadas”; o acaso el tigueraje político, llevado a cabo por seres mediocres sin importar el sexo, los cuales, por acciones fortuitas del destino, han logrado sobrepasar sus limitadas cualidades o debilidades para momentáneamente ocupar un lugar en todo lo que sea mediato o, serán aquellas que conllevan actos de nobleza que forjan la historia que no perece, me parece más esto último.
Los primeros, son aquellos que asumen una especie de espejismo, donde se sienten más cómodos propalando falacias e indelicadezas que reproduciendo la verdad. Desde ya, no tenemos que hacer muchas argumentaciones, porque lo que está ocurriendo en el ámbito político, es más que manifiesto, donde portadores (as) de lo más bajo de la desvergüenza, la irresponsabilidad y el descaro, lo expresan a diario con un lenguaje destemplado, vacíoy, sobre todo, con un vaho a olvido descarado con relación al pasado periodo gubernamental.
Han vuelto al ruedo confiando en la Diosa de la Fortuna y siempre jugando al flujo y reflujo de la historia, sin tomar en consideración que se producen y que constituyen un real muro a sus apetencias, como lo es, para poner un solo ejemplo: La Procuraduría General de la Nación.
Hasta este momento, son muchos aquellos denominados “líderes” y hasta “honorables” que se han llegado a creer muy fuertes, coriáceos, sin pensar en ningún momento, que hasta las propias rocas sufren desgaste y, llegado el momento, la más leve brisa las hace despeñarse.
Pero, aun no lo admiten, aunque en estos momentos desearían cerrar sus ojos y no despertar en medio de una pesadilla a una realidad que en algún momento les haya parecido algo inverosímil pero ahora convertido en una verdad, porque las cuestiones morales de sus actos pesaban menos en su conciencia que las propias dudas para ejecutarlas.
Y es que no pudieron distinguir, pese a todas las evidencias conocidas, que el Poder político o los “arreos” del mismo, siempre tienen un fin, pudiendo decir, inclusive, que el mismo, más que cosas, lo podemos considerar como un espejismo o un bonito arcoíris fugaz.
Pero el temor o realidad cruel para nuestra malograda situación democrática, radica en que siempre aparecen nuevos hechos, nacionales o internacionales a los cuales de inmediato se centra nuestra atención mientras el cáncer de nuestras debilidades se fortalece cada día más. Ahora es Ucrania y Rusia mientras una inaceptable carnetización de lo imposible se legaliza.
En tanto, nadie cumple ni hace cumplir la ley sobre el porcentaje del empleo de manos de obra extranjera y más, específicamente la haitiana, que es en realidad, lo que nos debe de interesar primero, antes de hacernos expertos en situaciones externas que, a pesar de su gravedad, nos perjudican menos que esta irresponsabilidad con los intereses de la Nación y el Estado fallido haitiano.
Y es que entre la corrupción en el manejo con los haitianos y los que esperan turno para volver al Poder, se han convertido en un real “tornado” que prosigue engullendo en su vorágine de indolencia y corrupción, todo lo institucional, moral y ético depositado detrás de una cortina blindada y en apariencia con un increíble grado de impunidad, muy a pesar de que como dice un viejo refrán; “el mejor momento es este para cerrar la puerta del establo, ahora que los caballos están fuera”. Porque así debe y tiene que ser, tienen que pagar ahora. ¡Sí señor!