
Santo Domingo
Rafael Castro
El retorno a la capital desde la región Este del país se ha convertido en una travesía peligrosa y desesperante para miles de conductores que deben cruzar diariamente el peaje de la Autopista Las Américas.
A pesar de contar con una infraestructura de 11 carriles, la realidad para quienes regresan hacia Santo Domingo es un verdadero infierno vial.
De los 11 carriles disponibles, ocho están asignados a vehículos livianos, tres a vehículos pesados, tres al sistema automatizado paso Rápido y uno exclusivo para motocicletas.
Sin embargo, y de manera inexplicable, solo dos carriles son utilizados para el tránsito regular en dirección este-oeste, es decir, hacia la ciudad capital.
Esta limitada disposición ha desatado un caos vehicular crónico, que se intensifica peligrosamente durante las horas pico.
La acumulación de vehículos, la desesperación de los conductores y la falta de una canalización efectiva han convertido esta zona en una trampa letal.
“Es como una emboscada vial. Todos queremos pasar y solo hay dos opciones reales. Es una locura”, expresó con frustración Juan Carlos Peña, quien recorre esa ruta casi a diario.
El escenario es propicio para los accidentes: choques por alcance, roces entre vehículos, discusiones entre conductores, y hasta emergencias médicas por la lentitud del tránsito.
Según testigos y usuarios frecuentes, los incidentes menores se han vuelto casi rutinarios, y lo que debería ser un simple cruce de peaje se transforma en una amenaza a la vida y a la integridad física.
Expertos en movilidad urbana han levantado la voz de alarma. El ingeniero Rafael Acosta, consultor en planificación vial, fue contundente en su evaluación:
“Es incomprensible que, en una infraestructura con 11 carriles, solo se utilicen dos para el grueso del tránsito de regreso a la ciudad. Esto no es solo una mala planificación: es una amenaza constante a la seguridad vial”.
La situación exige una respuesta inmediata. Usuarios del peaje, organizaciones ciudadanas y profesionales del sector transporte claman por una intervención urgente por parte del Ministerio de Obras Públicas y de la empresa RD Vial.
Proponen una reconfiguración de los carriles según la demanda real y la instalación de señalización dinámica que permita redistribuir el flujo en momentos críticos.
Mientras las autoridades permanecen en silencio o limitadas a promesas, miles de personas seguirán arriesgando sus vidas cada día en su intento por regresar a casa. Y el peaje de Las Américas seguirá siendo no una vía de acceso, sino un campo de batalla para los conductores dominicanos.