El gobierno de Nicolás Maduro, presionado por las sanciones de Estados Unidos, y la fracturada oposición venezolana reanudaron el viernes en República Dominicana las reuniones con miras a solucionar la abrumadora crisis económica y política del país.
Los delegados del gobierno y de la Mesa de Unidad Democrática -una alianza de casi tres decenas de partidos opositores- sesionarán el viernes y sábado con la participación del canciller dominicano Miguel Vargas y la mayoría de sus pares del llamado grupo de “países garantes” compuesto por Bolivia, Chile, México, Nicaragua y Paraguay.
Se informó que las delegaciones tendrían por separado una reunión técnica con los cancilleres antes de su encuentro formal.
El delegado opositor Julio Borges, presidente de la Asamblea Nacional, afirmó que en medio de la tragedia que vive Venezuela ya es un logro tener a los cancilleres de cinco países de la región como acompañantes en el diálogo con el gobierno.
En declaraciones a la prensa resaltó que vino con la determinación de lograr soluciones inmediatas a temas como la escasez de alimentos y medicinas y luchar por la defensa de los derechos básicos como el derecho a elecciones libres.
El portavoz de delegación del gobierno, ministro de Comunicación e Información Jorge Rodríguez, afirmó que exigirán con mucha fuerza el cese inmediato de las agresiones económicas a Venezuela y aseguró que, al contrario del reclamo de sus críticos, las instituciones venezolanas están en capacidad de proporcionar todas las garantías electorales y políticas.
Con el gobierno acosado por las sanciones internacionales y el derrumbe de la economía, la oposición venezolana esta vez parece tener más poder de negociación que en las anteriores tentativas de diálogo, aunque las expectativas siguen siendo bajas.
Algunos analistas, sin embargo, expresaron su optimismo de que se pueda llegar a un acuerdo debido a que la administración de Maduro, con problemas de liquidez, está buscando desesperadamente apoyo mientras trata de refinanciar la enorme deuda externa venezolana y aliviar las sanciones impuestas en agosto por el gobierno de Donald Trump.
El simple hecho de que las dos partes acordaran un diálogo formal es una señal de progreso.
Para lograr su cometido, entre los que se destaca renegociar la deuda externa, Maduro quizás no pueda evitar ceder ante algunas demandas, entre ellas, restituirle a la Asamblea Nacional las facultades que le arrebató.
Washington prohibió a firmas estadounidenses que hagan nuevos préstamos a Venezuela debido a los abusos a los derechos humanos cometidos durante las protestas antigubernamentales que entre abril y julio dejaron más de 120 muertos y las acciones de Maduro contra la oposición. Otras naciones como Canadá y Europa se han sumado a las sanciones.
En ese sentido, incluso Washington parece estar dispuesto a suavizar su posición.
En semanas recientes, el Departamento del Tesoro dijo que podría considerar autorizar a los estadounidenses a negociar un acuerdo de deuda si el plan de reestructuración tiene el apoyo de la Asamblea Nacional, dominada por la oposición.
La oposición, por su parte, está dividida. Varios partidos están boicoteando las conversaciones así como las elecciones de alcaldes del 10 de diciembre argumentando que legitiman la “dictadura” de Maduro.
La oposición denunció graves irregularidades y fraude en al menos un estado en las elecciones de regionales del 15 de octubre en las que según, los resultados oficiales, el oficialismo se adjudicó 19 de 23 gobernaciones.
En Miami, el exalcalde de Caracas Antonio Ledezma expresó en una rueda de prensa su esperanza de que en la reunión se defina la salida de Maduro y la convocatoria a elecciones transparentes.
Ledezma, quien llegó al sur de Florida para reunirse con exiliados venezolanos tras visitar Washington, pidió unidad a la oposición de su país e instó a la comunidad internacional a presionar con sanciones para asfixiar al gobierno de Maduro.
“Hay una sola razón de peso para unirnos: Venezuela”, dijo Ledezma tras reclamar la ayuda de la comunidad internacional para “liberar” a Venezuela de “las mafias delincuenciales que han tomado el poder”.
El líder opositor, quien a comienzos de mes se fugó de su arresto domiciliario en Caracas y vive ahora en Madrid, no quiso revelar si mantuvo encuentros con funcionarios estadounidenses.