1 de diciembre de 2024

Fuente -Diario La Prensa

A mediados de 1980 José y Donald Nin dejaron su casa en Barahona, un pueblo de la República Dominicana, para viajar con sus padres a la ciudad de Nueva York. Además del cambio de cultura y la llegada a ambiente lleno de incertidumbre y sueños, en aquél primer viaje tanto a José entonces de 15 años como a Don de 3, sobre todo los impactó una cosa: El avión en que viajaron y todo lo que rodeaba la operación de los aeropuertos.

“En ese momento yo me di cuenta de lo que quería hacer en mi vida; vi a los pilotos en su uniforme y dictaminé ‘yo quiero ser uno de ellos’”, dice Donald quien el día de hoy es un orgulloso piloto de American Airlines (AA), con base en Phoenix, Arizona.

José, por su parte, estudió una carrera ligada a la aviación y desde el año 2000 ingresó a American Airlines donde hoy es técnico de mantenimiento en el aeropuerto John F. Kennedy de la Ciudad de Nueva York. Ahí atiende y repara “los aviones de la empresa desde el 73 hasta el 707, estoy calificado para todos”, asiente con orgullo.

Cuando iba en el último semestre de la universidad, José ingresó a American Airlines a trabajar en la rampa de las maletas. Luego lo cambiaron a una base de mantenimiento en Dallas donde duró cinco años y medio viajando y viviendo de lunes a viernes en Texas, y volando los fines de semana de regreso a NY. “Nunca dejé de ver a mi familia”, aclara. Finalmente lo colocaron de base en Nueva York.

Los hermanos José y Donald Nin lograron alcanzar su sueño de vincularse a la aviación y se han convertido en un ejemplo para futuras generaciones. /Cristina del Cueto cortesía

A pesar de que José no pudo cumplir su sueño de volar aviones, el que haya podido ayudar a que su hermano menor lo consiguiera y que él mismo de algún modo haya quedado ligado a la aviación, “es una bendición y un placer”. Dice que “ver un vuelo salir a tiempo y recibir las sonrisas y agradecimientos de la tripulación y pasajeros”, es algo que lo sigue llenando de satisfacción.

En la semana en que toda la Unión Americana celebra el Día de Acción de Gracias, los hermanos Nin no sólo buscan agradecer en la intimidad de sus hogares la dicha de haber hecho carrera en la industria de sus sueños, sino que desean además compartir con niños latinos de bajos recursos, sus conocimientos y entusiasmo por la aviación.
Como recomienda Don a los jóvenes, “una carrera en esta industria puede cambiar sus vidas”, así que los invita a “que sueñen en grande” y nunca dejen de perseguir dichos anhelos.

Volar tras de una ilusión

A los hermanos Nin les costó mucho trabajo finalmente afianzarse en la industria. A ellos les ayudó mucho la voluntad pues finalmente tenían bien claro desde el principio que a eso deseaban dedicarse. Pero lamentan que en su momento no sólo tuvieron que luchar contra la misma discriminación de quienes se burlaban de su “inglés con acento”, sino además de otros impedimentos.
José recuerda que en su momento cuando él terminó el high school, pese a ser aceptado en varias escuelas donde enseñaban la carrera para piloto “los recursos no los tenía pues son escuelas caras y en ese momento yo ayudaba a mi papá por lo que trabajaba y estudiaba al mismo tiempo”.
“Imagina a un niño que termina high school y que sus sueños no se pueden cumplir” por la cuestión económica, dice con nostalgia. Sin embargo, eso no frenó su ímpetu para seguir intentándolo. Resulta que su esposa tenía una amistad que trabajaba en Delta Airlines, y él le dio una fórmula que le estaba funcionando: Estudiar para mecánico y luego ya ingresar a una línea aérea.
Recuerda que fue su esposa la que vio el anuncio en el periódico de la College Aeronáutica y lo inscribió sin avisarle.

Así fue como en el año 2000 pudo ingresar a American Airlines. Para entonces, ya había estado atendiendo un pendiente más: el de empujar a que su hermano si lograra subirse a una aeronave y pilotearla.

Desde la high school, Don acudió a Long Island City, su primer escalón en serio para lograr su meta. En esa escuela aprendió mecánica de aviación, pero él siempre quiso algo más. “Por desgracia ahí en esa escuela mis consejeros no tenían mucha información para alguien que quisiera ser piloto y no había sitios donde yo pudiera hallar lo que me interesaba así que debí hacer mis propias investigaciones”. Fue cuando halló que en Arizona existían más posibilidades.

Ahí se dio cuenta de que él podía alcanzar el sueño de los dos hermanos por ser pilotos. “Yo era más joven y no tenía tantos compromisos” así que al acabar el college se enlistó en la escuela de pilotos.
Aunque logró titularse como piloto, casi 20 años después es que pudo ingresar a una compañía grande como American Airlines, donde goza y se emociona como la primera vez cada vez que vuelve a pilotear una aeronave.

Compartir enseñanza e ilusiones

Los hermanos Nin saben del trabajo que les costó cumplir sus metas. “Cuando éramos pequeños casi no había quien nos ayudara y por eso es que ahora nosotros queremos dar la mano; por eso acudimos a hablar con niños en las escuelas”, aclara Donald.
Dice que ha llegado a hablar con infantes en edades de kindergarten hasta de quinto grado de primaria a los que les explica en qué consiste la aviación y en prometerles que “si estudias y haces todo lo que necesitas, puedes alcanzar tus sueños”.  Cuando lo ven de uniforme lo interrogan: “¿eres policía?”. “Noo, manejo aviones”. Y entonces a los niños se les hace algo increíble. Donald Nin comparte su experiencia de haberse convertido en piloto con pequeños de las escuelas. /Suministrada

José Nin hace lo mismo que su hermano Don. Gracias a que su hija es maestra en una high school de Westchester es que ha podido llevar su mensaje a los estudiantes.
Él sabe de las ventajas de ingresar a una industria que “ahora mismo se necesitan muchos mecánicos”. Jura que a cualquiera que ingresa actualmente le pagarán $44 dólares la hora más incentivos, beneficios de vuelo, vacaciones pagadas, pago doble en días festivos y de vacaciones”, entre otras cosas. “Imagina que tienes 19 años, acabas de terminar la high school y ahora mismo American Airlines te espera y ofrece ganar $100 mil dólares al año; es lo que queremos informar a los latinos”.

Sin embargo, José se queja de que muchas veces ha querido hablar en las high schools de El Bronx, buscando funcionarios que le permitan invitar a los estudiantes a que conozcan las opciones en la aviación, se topa con poco interés y mucha burocracia de parte de autoridades escolares.

Los obstáculos con que se ha topado no lo intimidan en su empeño de seguirlo intentando.
“Yo ya lo viví”, dice antes de culminar. “A mí me trataban mal por hablar inglés con acento, pero me di cuenta de que para trabajar en la aviación eso no fue nunca un impedimento”.
Asegura que “lo importante es el deseo, la voluntad y lo que cada uno quiera lograr en su vida”.

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