7 de octubre de 2024

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira 

Nos quieren engatusar, como 

si estuviésemos 

acabados de salir 

del parvulario. 

Encontrar un político con honorables palabras, y, que realmente aspire a ser un entusiasta por los problemas de la gente en este país, a simple vista no parecería muy difícil, si nos basamos en ese discurso siempre de campaña, hasta podríamos decir, cual, si fuese un símil, que sería igual a encontrar una mancha apenas perceptible en un grano de arena, dentro de una hermosa playa, nada difícil. ¿? 

Y es que, viendo las cosas que hacen estos políticos, supuesta o realmente en favor no siempre de los más necesitados, ya que por lo regular alguna ventaja, normalmente económica y que los favorece a ellos o a quienes con poder les puedan satisfacer, simplemente me asusto sin saber siquiera el verdadero por qué y, es un miedo de tal magnitud, que sabe a hiel en la boca. 

No sé hasta donde continuaremos soportando ese teorizar errado de estos políticos, que, de cierta manera, tratando de imitar al famoso ministro de propaganda nazi, el inefable Joseph Goebbels, creen que todo se circunscribe a  propaganda, publicidad o farandulearía, los que solo traen resultados tan efímeros e inútiles, que por parte alguna justifican los gastos en los cuales se incurren, claro, que ese dinero no les duele ni les molesta gastar, ya que, de una u otra manera, son ellos y solo ellos lo que salen beneficiados con pingües recompensas monetarias, entre otros. 

Pero, a pesar de todas las circunstancias, al parecer, cada día nos molesta menos este tipo de situación y nos hacemos inmunes al asombro por más absurdo que sea lo que hagan. Quizás, y digo solo quizás y en la mayoría de los casos, la explicación la encontraríamos en lo dicho por alguien -entre los que puedo estar incluido- de que no nos sorprendería, pasado el tiempo, cuando sean exhumados los restos mortales de alguno de estos especímenes, nos encontremos con huesos y hasta trozos de cerebro, cuyo análisis nos arrojen, que pertenecen a una familia Suidae, sin ofensa para esa familia. 

Son teóricos, que se sienten dioses pavoneándose por las nubes a la hora de elaborar intrincados argumentos, llenos de hipótesis y fantasías, sentados en una cómoda oficina, donde sus dedos, cual pequeños elfos, teclean elaborando plataformas y ejes que solo en su mente se pueden hacer realidad. Esto, con relación a los políticos, civiles, militares o policiales, no ha sido en una sola ocasión, que he aborrecido el conocer a algunos, que me inspiraban respeto y que, en la realidad, no han estado a la altura de esas expectativas. 

Es esto, entre otras cosas, que convencidos estamos y no nos asombra, que la Policía, cuando se le presenta algo evidente, normalmente siempre lo aceptan sin buscar facetas ni significados ocultos, decantándose por lo obvio, es decir, que el más pendejo es quien paga los platos rotos y, por el otro lado, los “intercambios” constituyen la regla, ya que, ninguno de los teóricos que de una u otra manera han participado en la llamada reforma institucional de ese organismo, se ha detenido ni por un segundo a estudiar el porqué de esta situación y mucho menos, hablar del gran problema de los indebidos ingresos del personal y el peor entrenamiento. 

Porque, no es verdad que, para controlar el bandidaje -aun ese que forma parte de ellos mismos-, la policía tenga que recurrir a hombres que coman hierro y meen alfileres, cuando para esto, bastaría un buen entrenamiento, supervisión y, sobre todo, una estrecha vigilancia a los que vigilan, porque no se puede ser engreído y creer que lo dominas todo. No es publicidad, propaganda o mudanza lo que falta, es dejar de ser tan fría (o) como un carámbano de nitrógeno congelado y dejar la realidad virtual para enfrentar la situación real. ¡Sí señor! 

 

 

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