4 de octubre de 2024

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira

La virtud está en hacer beneficios,

que, por cierto, no se han de

corresponder.

L.A. Séneca.-

Como nos hemos acostumbrado a tantas cosas, ya siquiera las vemos o les prestamos atención, como esa de los “sindicatos” y otros organismos similares, creados con la primera intención de ejercer presión política, hoy cada día se engrandece su posición de pretender sustituir la potestad de los gobiernos, conferida por el pueblo para ejercer la gobernanza de la Nación por medio de las leyes establecidas, pero, que ellos, tratan de ignorar olímpicamente esta condición sine qua non, sin que hasta ahora, gobierno alguno, le haya tratado de poner el cascabel al gato, diciendo simplemente: L´ État, c’ moi.

Y sobre esta aseveración, no hay que poner ejemplos, ya que todos están a la vista. Es este, uno de los despropósitos a los cuales nos hemos acostumbrado en base a una cosa truncada y distorsionada y que, a conveniencia, llamamos libertad. Pero he ahí el secreto de la cosa, que a medida que estas organizaciones, mal llamadas defensoras de su clase, con el tiempo han perdido su esencia o razón primaria de ser, para convertirse en apéndices de aquellos partidos políticos que más beneficios -por debajo de la mesa- dejan a su directiva, principalmente.

Manejan recursos de sus miembros cual si fuesen negocios particulares -algo así como los llamados “honorables” y el erario- y ya, siquiera los clubes sociales o deportivos, escapan a esta pandemia endemoniada de falsedades y falta de bonhomía en favor de sus integrantes, porque todo se negocia a nivel de los partidos, como ese último acto de los profesores.

Si, esos mismos donde la primacía es el aumento de sueldos, ya que para eso y para construir edificios para escuelas -donde en pocos años algunos ya son ruinas abandonadas-, es para lo que han servido los miles de millones destinados para la educación de los alumnos, que aprenden de la ignorancia de quienes están llamados a enseñarles, pero que ellos mismos, no se ocupan por capacitarse, donde ahora, hasta la UASD solicita un mayor presupuesto para tapar todas las lagunas con que llegan los estudiantes, como si fuese una obligación de que todo el mundo tenga que ir a la universidad.

Y es que el tema de la educación, de la policía y la salud, adolecen de la misma enfermedad, la ineficiencia, porque de una u otra manera, han sido víctimas de las agrupaciones, asociaciones o como quiera llamársele. Si es la salud y el presupuesto asignado, de inmediato surge la premisa, de que con esa cantidad es imposible proporcionar una buena atención médica a la población y quizás sí o quizás no, porque ¿de la administración de esos recursos y los hospitales qué?…

¡Silencio total!

Se instalan dos aparatos médicos iguales, uno en una clínica privada y el otro en un hospital público, poco tiempo después, el primero continúa produciendo mientras el segundo va para descargo como chatarra. Y es, que estos organismos de presión han llegado casi a la perfección en la manipulación de las realidades, pero, nadie, entiéndase el Estado, produce una jugada de órdano, o to´vaca; o to´toro. Porque las actuaciones de estos “defensores” de su clase, son muy parecidas a aquella sentencia, que trata sobre que, indiscutiblemente, llega un momento donde la vida, pretende como la naturaleza, ser un arte y, en este caso, se cumple plenamente, han convertido su quehacer, en todo un arte, pero, del engaño. ¡Sí señor!

 

 

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