5 de octubre de 2024

Por: Rafael R. Ramírez Ferreira

Las cosas sobre seguridad,

deben hacerse antes que

tengamos que hacerlas. –

Se dice que es harto difícil poder predecir el comportamiento de personas indecisas, y mucho más, sin son políticos o teóricos disfuncionales, ya que lo sustancial no requiere de mucha retorica. Tenemos en la actualidad una serie de eventos cuyas causas habrían podido ser resueltas si las medidas correctas -no necesariamente políticas- se hubiesen llevado a cabo en los momentos y lugares correctos.

Hemos reiterado en variadas ocasiones que los políticos -y más ahora con el tigueraje rampante que se ha adueñado de muchas parcelas- claman al pueblo humilde, cual, si fuese la llamada del muecín desde el minarete, para después, si los quieren ver, tiene que ser por fotos o esperar los próximos periodos de campaña electoral.

En tanto, una vez en el poder, se inicia el juego por estar en bien con todos, ya sean negociaciones para determinados grupos de presión -como los pobres padres de familia del concho-, todo para mantenerse dentro de los poderes del Estado, sin tomar en consideración que el no poner bajo régimen de ley a unos cuantos, inevitablemente conduce a la inclusión de todo el resto del país y entonces… ¡El caos!

Al parecer, la inevitabilidad de cambiar la Constitución para detener por siempre la división territorial del país, nos conducirá por caminos dominados por el clientelismo político y la ineficiencia del Estado, porque se ha demostrado que esas divisiones no ha conducido a nada que no sea la edificación de entradas “monumentales” en los pueblos y empleos botellas para los compañeritos del partido en el poder, ya que, por demás, las obras prioritarias para la región, continúan en los hombros del gobierno central.

En tanto, el pueblo se comporta como un conejo acorralado por un perro, en este caso, la delincuencia, que no tiene nada que perder, ataca, sin recordar que los conejos tienen dientes y en ocasiones, tienen suerte.

Siendo uno de los mayores problemas de la seguridad ciudadana, la desconfianza en una gran mayoría de los miembros de los organismos llamados a ejecutarla, que, a su vez, ante el descalabro moral de la sociedad, se ven compelidos a utilizar este material humano. Pero, de dónde sacarlos y que sean fiables, si la pesca solo se puede hacer en esos estanques podridos.

Según la Constitución, el congreso legisla; el ejecutivo aplica las leyes y el judicial las interpreta y explica, así deben estar los Poderes pero no es así y los políticos lo saben pero se hacen los incultos y los que no saben nada, como el terrible problema que representa Haití y la blandenguería con el cual se trata ese problema, todo lo cual nos conduce por el camino directo a la anarquía, la misma que llevo a Lenin al poder en Rusia, porque los rusos tenían especial querencia por los gobiernos fuertes, algo parecido a nosotros y todos conocen muy bien los resultados.

Los políticos se niegan a ver estas realidades que por igual les dolerá, aunque en ocasiones aspiramos a que sean otra cosa distinta pero no hacen otra cosa que conducirse de acuerdo con su naturaleza y pedirle otra conducta es como reprocharle a un coyote aullarle a la Luna. ¡Que el Señor nos proteja y les permita ver -a los que tienen que hacerlo- y les permita escuchar a quienes deben de hacerlo! ¡Sí señor!

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