Mariano Rivera fue así siempre — desde su infancia en el pueblo pesquero de Puerto Caimito en Panamá hasta el montículo en el Yankee Stadium. Encargarse del momento cumbre.
«Yo siempre quería ser el último en lanzar la pelota o tomar el último swing, o ser el último en patear la pelota o el último en tirar al aro», dijo Rivera. «Yo quería contribuir a esa victoria. Quería ayudar al equipo a hacer todo lo posible para ganar y así resultó muchas veces».
Con esa mentalidad llegó la grandeza.
«Dirán que estaba loco o era un masoquista, pero quería ser el encargado», dijo Rivera, cuya travesía en el béisbol empezó con un guante hecho de cartón.
Un pitcher apenas considerado cuando firmó por primera vez con los Yanquis de Nueva York en 1990, Rivera pasó trabajos como abridor, pero encontró su nicho como un relevista como una devastadora recta cortada.
Los Yanquis ganaron siete banderines de la Liga Americana y cinco Series Mundiales con Rivera en el bullpen. Su récord de Grandes Ligas de 652 salvamentos fue su boleto directo al Salón de la Fama.
Su grandeza en el montículo y su humildad — ganase o perdiese — ayudaron a Rivera a lograr otro hito. Es el único jugador en haber sido elegido unánimemente, recibiendo los 425 votos en enero.
«Me siento humilde de que fui bendecido por el Señor», dijo el panameño de 49 años, que ingresa al templo de los inmortales el domingo. «No va a cambiar mi vida, pero es algo que sabes fuiste el primero. Eso es especial».
Rivera se suma a Rod Carew como los únicos panameños elegidos al Salón de la Fama.
«El representar a Panamá, para mí, fue el pináculo», afirmó Rivera. «Fue un honor representar a mi país y representarlo bien».
Encabeza un grupo que incluye además a los lanzadores Mike Mussina, Lee Smith y el difunto Roy Halladay y a los bateadores designados Edgar Martínez y Harold Baines.
Baines y Smith fueron seleccionados en diciembre por el comité de veteranos. Rivera, Mussina, Martínez y Halladay fueron elegidos en enero por la Asociación de Cronistas de Béisbol de Estados Unidos.
Rivera brilló especialmente en la postemporada, permitiendo solamente 86 hits y ponchando a 110 bateadores, con 21 boletos y apenas 11 carreras limpias en 141 entradas y registrando 11 salvamentos en Series Mundiales.
También registró una marca de 4-1 en partidos decisivos del Clásico de Octubre. Su única derrota fue en 2001 ante los Diamondbacks de Arizona al permitir el globito impulsor de Luis González con la casa llena en el cierre del noveno.
«Cuando llegan los playoffs, estamos hablando de enfrentarse con los mejores de los mejores en situaciones críticas y momentos críticos», dijo Rivera, que pronunciará parte de su discurso en español a una muchedumbre que las autoridades en Cooperstown proyectan será de alrededor de 50.000. «Yo quería estar en esas situaciones. Quería ser el encargado del último lanzamiento. Me apasiona».