El dominicano Miguel Sanó ha tenido una vida llena de escollos desde su niñez, incluyendo el hambre que pasaron él y su familia, hasta un difícil proceso que amenazó con tronchar su sueño de firmar como jugador profesional y así llegar a las Mayores.
Ahora que el fornido bateador de 24 años, oriundo de San Pedro de Macorís y de sangre haitiana, está gozando de la popularidad como una de las jóvenes estrellas de los Mellizos de Minnesota, no se arrepiente de haber hablado la verdad aunque fuera a un alto costo, durante el proceso de firmar como novato.
De acuerdo a las reglas de Major League Baseball (MLB) jugadores de República Dominicana y otras jurisdicciones que no sean Estados Unidos, Canadá o Puerto Rico, pueden estampar su firma en un contrato cuando hayan cumplido los 16 años al llegar la fecha del 2 de julio de cada año.
Pero las negociaciones comienzan mucho antes. En el caso de Sanó desde los 14 años, y MLB dudó que tuviera la edad que reportaba cuando los escuchas comenzaron a echarle un ojo. “Fue duro, pero gracias a Dios lo superamos y estamos aquí. A veces es como dice el dicho, lo que llega fácil, fácil se va. Y a veces lo que difícil llega, es difícil que se vaya rápido”, dijo ayer Sanó a El Nuevo Día previo al segundo juego ante Cleveland.
Hasta pruebas de dientes
Sanó dijo que logró firmar como profesional a los 17 años, en 2009, pero no le hicieron fácil el camino.
“Me hicieron pruebas de ADN, de los dientes, de todo”, señaló sin mencionar que también le hicieron un estudio óseo (bone scan). Fue así porque en República Dominicana ya existía un precedente de jugadores que, en efecto, mintieron para reportar menos edad de la que tenían al momento de firmar para obtener mejores acuerdos. Y por los culpables, pagó un justo.
Sin embargo, todos los resultados de las pruebas a las que lo sometieron a lo largo de tres tediosos años arrojaron que estaba en el rango físico para un muchacho de su edad. En otras palabras, Sanó ni sus familiares nunca mintieron. El proceso, no obstante, le afectó, pues terminó recibiendo una bonificación menor, de $3.15 millones, aunque suficiente para convertirse en el segundo mayor bono a un extranjero agente libre.
Sanó aseguró que se hablaba en un momento dado de que podía recibir $8 millones de bono, hasta que comenzaron las dudas.
“Decían que lo que yo hacía (como bateaba y jugaba), no lo hacía un muchacho (de mi edad). Cada quien tiene su motivo y razón de pensar como lo hace”, agregó Sanó, quien el martes entró al terreno con unas zapatillas con los nombres de los cuatro boricuas inmortalizados en el Salón de la Fama.
Sanó dijo que creció en un medio de una familia pobre, pasando diversas necesidades durante su niñez y adolescencia. “Hubo de todo. Hambre, sacrificio, necesidad… todo. Eso fue bueno que haya pasado porque ya sé lo que se siente. A un hijo mío no le pasará. Pero mi mamá, mi papá y abuela hicieron lo más posible para que estuviéramos bien”, dijo. “Hay veces que no es lo mucho ni lo poco; sino lo que sea mejor. Dios me dio la oportunidad de firmar con los Mellizos. La humildad nunca la voy a perder ni aunque me den $200 millones”.