
Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
Muchas veces me he arrepentido
de haber hablado, pero,
nunca de haber guardado
silencio.
Publio Siro. –
En tanto pernocto por las marismas del Norte en un aparente estado de silencio, pienso en nuestra historia y los genes heredados. Y vaya usted a ver, que, si de ellos nos llevamos, todos padecemos de las mismas virtudes y defectos, que de ninguna manera -aun así, muchos lo aseguren- provienen de las tribus africanas. Virtudes y defectos que son como la verdad que a pesar de encubrirlas o falsearlas, el tiempo, que no perdona, las saca a flote tarde o temprano, pero, las saca.
Quizás esa sea la razón por la cual, muy a pesar de prácticamente no ver programas de televisión o escuchar estos en la radio, debido, principalmente, a la cualquerizacion de los mismos, donde bocinas y hasta aspirantes a este negocio juegan a diario con las realidades y verdades, me he sentido cautivo de un programa donde asisten invitados que han sido protagonistas de una u otra manera de todo lo acontecido políticamente en las últimas décadas en nuestro país, ya sea como enemigos o amigos íntimos de los principales protagonistas que han ejercido el poder en dictadura, democracia o adefesios que se han presentado como lideres políticos, que no han pasado de ser indolentes, corruptos y mediocres funcionarios.
En este programa he visto y escuchado cosas que he conocido pero que no han sido expuestas de esa manera por intelectuales al servicio de otras causas y que han mantenido a las nuevas generaciones con medias verdades y medias mentiras. Aunque, hay que decirlo, no todos han sido plenamente sinceros en sus exposiciones pero que han sido los menos. Declaraciones valientes, educativas, orientadoras, sinceras y, sobre todo, respetuosas con muertos y vivos. Por eso continúo viéndolos “Y tú… Qué dices”.
Pero desde el prolegómeno debemos decir, que el mayor problema de lo cierto o no de muchos episodios de nuestra historia, radica en la insuficiencia que arrastramos desde las escuelas y universidades, donde la capacidad de quienes enseñan, desde hace décadas, viene siendo cuestionada sin que el Estado y mucho menos el sindicalismo se preocupe por este asunto y claro está el porqué de este tipo de accionar, ya que mientras menos sepan pensar, más fácil son de dirigir.
Quizás por esto, muchos políticos lo prefieren así y desde sus tabernáculos proclaman una cacareada democracia hecha a su imagen y semejanza manteniendo una dictadura del conocimiento en busca de aquello expresado por Aristóteles; “Los tiranos se rodean de hombres malos porque les gusta ser adulados y ningún hombre de espíritu elevado lo adularia”.
Pues a causa de tantas realidades que han salido a flote en el referido programa, hay algunas puntualizaciones que necesariamente se deben exponer para cerrar por siempre con la verdad esos puntos, ahora que estamos a tiempo, antes de que algunos satanicen o santifiquen determinados acontecimientos, reconociendo las situaciones del momento en los cuales sucedieron los mismos con la finalidad de mantener el respeto a los muertos y la tranquilidad de los vivos, sellándolo por siempre con la verdad histórica.
“En este país no hay cárcel para este preso” y esas palabras abrieron la puerta para la ejecución y desaparición del cuerpo del guerrillero. Decir otra cosa, es falsear la verdad de los hechos, que a posteriori, causaron un trauma que hizo acabar en la locura al ejecutor material del referido caso. No se necesitó ninguna otra orden, ya que esas palabras fueron lapidarias. ¡Sí señor!