Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
“No confundas inteligencia con
sabiduría. La primera nos enseña
a ganarnos la vida y la segunda,
para saber cómo vivirla”.
Anónimo. –
Nada es nuevo bajo el Sol, esta aseveración es asertiva y cotidiana, donde lo nuevo es la repetición de aquello que ya, en determinado momento ocurrió y que hoy, como se ha dicho ya, se nos presenta como comedia o como tragedia. En ocasiones es fácil hacer uso de este hecho para explicar cuántas cosas nos quieren presentar como nuevas y hasta en ocasiones, milagrosas.
Pero, por doquier siempre aparece la explicación para el suceso del cual se trate y hasta las ciencias, si investigamos un poco en sus entrañas, nos presentan la correcta definición del hecho, sus consecuencias u orígenes. Según una ley de la Física, toda presión ejercida sobre un fluido se transmite íntegramente a todas las partes planas de la pared, sea cual sea su ubicación. Eso lo aprendí en la secundaria y hoy, como un símil, lo puedo relacionar con los acuciantes problemas que nos están acosando, ya sea por negligencia, inobservancia de las leyes o la cuña de los intereses personales.
A esto, debemos de agregar la que reza que a toda acción se produce otra en sentido contrario con igual o mayor intensidad, es decir, que en todo tenemos una acción y una reacción. Lo que se produce en el barrio Capotillo, por poner un ejemplo, produce repercusiones en todos los barrios, con acciones similares o peores. Desde hace un pequeño gran tiempo, las autoridades, principalmente la Policía Nacional, abandonaron su rol dentro en estos barrios y en vez ser parte de la solución, se han convertido en parte del problema.
Es tal el problema, que como al inicio de este escrito expresamos, la violencia, inseguridad y los actos vandálicos, se comportan igual que el agua, que adopta la forma del envase que la contiene. Es eso lo que nos ha estado carcomiendo los principios de la buena convivencia dentro de un marco jurídico igual para todos. La desobediencia a las leyes en los barrios es la misma que fuera de ellos, aunque con ropa y acciones quizás más sofisticadas y, para demostrar esto, solo tenemos que ver a lo que ha llegado la farándula; los partidos políticos y los colectivos de las desvergüenzas.
Y, hablando sobre esto último, de lo criminal y abusivo, pareciese ser que será la historia que juzgará el problema del presupuesto para la Educación y, sobre todo, al desfasado colectivo. Son problemas que se han desarrollado todos, a partir de la relajación sobre la aplicación de las leyes y la vista contemplativa de un pueblo adormilado que siquiera trata de ver lo que le espera al doblar de la esquina, es decir, un caos generalizado y absurdo, donde, de así continuar, tendrán que andar como Shanok, el protagonista de una famosa serie de dibujos animados, que andaba con el cuchillo en la boca.
Aún no escucho al primer aspirante a ser elegido en las próximas elecciones que exponga algún tipo de solución a estas situaciones, no porque no las conozcan, sino, porque no les interesa. Como tampoco les interesa el problema de los ayuntamientos, producto de una insana división o partición del territorio nacional con el único interés de cada uno tener un pedazo del pastel llamado erario.
Todos los llamados a no hacerse los locos lo hacen. No quieren comprender que la inseguridad ciudadana no se controla y mucho menos se acaba con operativos, aparatosos o no, sino, con planes específicos que se vayan desarrollando con el tiempo y los acontecimientos, como sería el buen empleo de la fuerza para saturar barrios y cañadas, es decir, donde se engendra el problema del bandidaje común, ya que, el caos originado, no se contiene solo en esos lugares. Repugna y asquea, pero, es así. ¡Sí señor!