Por: Rafael R. Ramírez Ferreira
“Todo aquel que quiere hacerse
el bueno, deja de serlo,
por no ser sincero”. –
Total,y radicalmente, está equivocado, quizás producto de su falta de formación militar, sin que, además, en la misma, note algún dejo de interés en denostar la profesión militar o policial, pero, no es como aseguró uno de los imputados en el vergonzoso caso que se está llevando a cabo en la justicia dominicana. El mismo, aseveró, que los militares no pueden dejar de obedecer una orden de un superior por las consecuencias que esto puede conllevar y en eso tiene razón, siempre y cuando, la misma, esté dentro de los cánones legales, porque de lo contrario, la respuesta no puede ser otra que ¡No señor!Razón por lo cual, es moralmente inaceptable, recurrir a la llamada “debida obediencia”, como excusa cobarde por los actos bochornosos cometidos.
Aunque se continua -y esto está incidiendo con la impunidad y la violación a la ley orgánica- con el yerro de creer que las asignaciones para la seguridad de los expresidentes son las personas y que mientras vivan, estos estarán por igual activos, cuando lo que se debe brindar es seguridad, sin importar quienes sean los designados.
Muchos, de buena o mala fe, han tomado estos bochornosos hechos, para denigrar, o tratar de bañar con heces, a todas la Fuerzas Armadas, arrastrando por demás, a todo aquello que queda de bueno dentro de la Policía Nacional. Los hechos ocurridos, -al salir a la luz- no tienen parangón, en apariencia, pero, tampoco es así. ¿De nuevos? ¡No tienen nada! Desde hace décadas, hemos estado con el mismo tema sobre el desacreditado, corrupto y abusivo antiguo Cuerpo de Ayudantes Militares, sin que políticos o altos militares tomaran carta en el asunto, aunque algunos de estos últimos, por mantener el puesto, no se atrevieron hacer nada, más bien, se arrodillaron ante los factótums de ese viejo entarimado mafioso.
Tanto es así, que hasta muertes de contratistas e ingenieros causó esa Cosa Nostra ante las presiones recibidas para pagar peajes que muchas veces, superaban hasta el 40% de la obra. Y era -me parece que ahora no es así- que mandaban a oficiales para acompañar a la víctima de la extorsión al banco, para que este retornara con el dinero en efectivo y que, por, en muchos casos, hasta peaje tenían que pagar funcionarios, para poder ver a la primera persona.
Los escándalos eran tales, que muchas veces, hasta los ascensos que se producían dentro de ese cubil, eran mayores, que aquellos recomendados por los jefes de fuerza, lo que trajo por consecuencia, que una vez, uno de estos últimos, no los ejecutó, ante el bochorno que los mismos representaban.
Y es, que tantos políticos han creído en esas “lealtades” de sus espalderos, que parecen niños ingenuos, -reitero, solo parecen, porque de una u otra manera, siempre han conocido de esas fechorías y más, dentro de esa organización mafiosa, que como todas las de su especie, se han regido, no precisamente por la lealtad hacia el jefe, sino, todo lo contrario, donde solo faltaba, que ese canallesco comportamiento, fuera publicado semanalmente, en la Gaceta Oficial, ya que las indelicadezas, constituían la norma y no la excepción.
A nadie le importó, a pesar del mal olor que se percibía, y hoy, tanto el tiempo, como los hechos, se han encargado de demostrar,que el río sonaba, porque agua traía. Y ahora, el silencio, solo puede interpretarse como una complicidad, con el dejar pasar, dejar hacer, que por tanto tiempo fue permitido. Aunque, por igual, podría ser, que algunos interpretaran mal, el refrán que dice, que para dirigir a los demás, había que darle la espalda. Jajaja, pero no en ese sentido.
Pero ya dejamos de ser niños y conocemos muy bien, que una cosa es con guitarra y otra con violín, razón por la cual, no esperamos más que aquello, que los políticos nos quieran dar. El Ministerio Público ha demostrado que está haciendo su trabajo, pero¿y la otra parte? Muchos años de favores políticos inciden en determinadas decisiones dentro de ese ámbito, pero, aun sea In ab´sentia, por siempre será condenado por permisivo, inepto, acomplejado, necio, corrupto y cómplice perse. ¡Sí señor!