Por Ellis Pérez
Era el final de la década de los 40 o inicio de los 50. Yo había llegado de Santiago, a la casa de mis padres y vivía en la calle Benito González #109, esquina Enriquillo.
Era unas tres cuadras al oeste de la Avenida José Trujillo Valdez, de la época, y luego convertida en Avenida Duarte.
Caminando por esa área, circunstancialmente conocí a un hombre alto, delgado y de fácil sonrisa, se llamaba Víctor Méndez Capellán.
Con el tiempo en esa zona y después de yo comenzar a realizar el programa Your Hit Parade, en la HIZ, y ello convertirme en una pequeña celebridad, Víctor y yo no dejábamos de saludarnos al notar la presencia uno del otro.
Víctor era ya un exitoso vendedor de billetes y quinielas con capacidad de distribución en diferentes puntos de la zona.
En el 1959, yo me enrolé en la tripulación del barco Evangeline como asistente del Director de Cruceros.
Veníamos a la mayoría de los puertos del Caribe incluyendo a la Capital dominicana.
Como el barco llegaba en la mañana temprano y se iba en horas de la noche, sentí la necesidad de poder alquilar un carro para ir a visitar mi familia y hacer algunas de las gestiones que siempre están pendientes cuando uno regresa por su casa.
Al preguntar dónde podía alquilar un vehículo, me contestaron; en la Agencia de Viajes de Víctor Méndez Capellán que está aquí mismo en la Zona Colonial.
Cada vez que venía en el barco repetía el ritual.
Era espléndidamente atendido por Domitila García que le administraba la Agencia a Víctor, a la vez que tenía la oportunidad de saludarlo personalmente. Así pasamos casi cuatro años.
Al regresar al país, ya como dueño de Radio Universal y Víctor consolidado como empresario exitoso en variedad de negocios los cuales llevó a cabo con la asistencia cercana de su esposa doña Finetta Saba de Méndez, en Empresas Vimenca. Recuerdo que en varias ocasiones me repitió: Ellis, tú y yo somos de los que venimos de abajo de verdad, y hoy en día hemos sido buen ejemplo para la sociedad.
Al terminar de decir eso generalmente nos dábamos un abrazo.
Víctor era sumamente expresivo y cariñoso.
Su admiración por la belleza de la naturaleza se manifestaba en los alrededores de los lugares de su residencia u oficina, con gran esplendor floral y de diversas plantas que hoy nos quedan como parte de su gran legado.
Dominicana necesita más vidas ejemplares como la de Víctor Méndez Capellán.